Seguro en tu trabajo como orientador vocacional te has preguntado cómo optimizar tu labor, por eso, en este blog el psicólogo Justo Meza propone maneras de optimizar esta ardua labor:
¿Un dolor de cabeza, o una oportunidad de conocimiento objetivo de los estudiantes?
Una de las principales funciones de los orientadores escolares de los últimos años de colegio es generar procesos de evaluación vocacional con fines específicos en la elección de carrera, y en el ajuste de dicha decisión con las habilidades, los intereses y la verdadera vocación de los adolescentes.
Sin embargo, día a día, se hace más engorroso hacer procesos efectivos, a profundidad, con conocimiento objetivo y real de cada joven, pues muchos cursos de últimos años tienen entre 30 y 40 estudiantes; generalmente, también hacen parte de las funciones del orientador escolar el trabajo con otros temas, como el desarrollo de la personalidad, la afectividad, la sexualidad, las drogas, el alcoholismo, las dificultades relacionales como el matoneo o el abuso, entre otros.
La realidad entonces es que los orientadores escolares de los últimos años se quedan sin muchas herramientas, y sobre todo, sin tiempo para generar procesos de orientación vocacional que sean efectivos, confiables, útiles y de fácil manejo.
En la actualidad existen baterías de pruebas psicotécnicas completísimas, pero así mismo muy engorrosas de aplicar, con grandes demandas de tiempo, no solo para la aplicación de los test, sino para la calificación y la generación de resultados.
Esta situación, que desprende directamente de la realidad de los colegios, y de la vida misma de los estudiantes, debe ser atendida oportunamente y con herramientas adecuadas, sencillas de manejar, y sobre todo efectivas cuando se trata de atender, al mismo tiempo, necesidades disímiles de cada estudiante, pero garantizando que cada grupo sea tratado de la misma forma, y en el menor tiempo posible.
Si bien la psicología, y específicamente la orientación escolar, no es un campo de atención de emergencias, sí es necesario ser muy oportuno en las intervenciones, y es aquí donde las necesidades objetivas de conocer a profundidad la población con la que se trabaja, se hace más acuciante.
Tal necesidad, es actualmente muy bien atendida gracias a los avances tecnológicos, las redes y los recursos informáticos de última generación, capaces de manejar, procesar y elaborar muchos datos al mismo tiempo, organizar información relevante, crear grupos de interés, hacer calificaciones de riesgo, y generar informes sobre la base del análisis de múltiples variables existentes en la red.
La automatización de los procesos se ha hecho cada vez más necesaria, para trabajar aprovechando al máximo el tiempo y los datos disponibles de los estudiantes, además, cuenta con un atractivo especial para las nuevas generaciones, quienes consideran que lo digital es lo más confiable, lo más cercano a sus intereses, y lo que mejor los define en parámetros de identificación.
La revolución digital también ha servido a los fines del psicólogo y orientador escolar, ha podido captar y capitalizar millones de datos útiles sobre conductas, actitudes, respuestas, perfiles y acciones, para hacer categorías que permitan generar análisis de comportamientos e incluso predicciones sobre el mundo o sobre los comportamientos futuros. En ningún momento de la humanidad se ha tenido tanto acceso, y tanta capacidad de análisis de grandes bases de datos, que como frutos de un proceso automatizado, permiten que se descubran tendencias, inclinaciones y sobre todo, posibilidades de tomas de decisiones para los adolescentes en el entorno escolar.
En redes se repite continuamente que todo lo que buscas está a menos de un clic de distancia, y es así, incluso en el campo de la orientación escolar, específicamente en el área de orientación vocacional de los últimos años, pues lo que en tiempo pasado fuera un dolor de cabeza para el profesional, como aplicar grandes baterías de test, que por cierto los estudiantes calificaban como “aburridísimas”, es ahora reemplazado por sencillas aplicaciones que los estudiantes pueden bajar a sus dispositivos móviles, y responder en cualquier momento de su día, con actitud de mayor colaboración, y en su idioma.
Los avances informáticos han permitido que hoy en día, grandes procesos de evaluación de aptitudes, intereses profesionales, gustos, personalidad y vocación, que antes tomaban horas y desgaste en calificación y elaboración de reportes, se encuentren a un solo clic de distancia, pues grandes cúmulos de datos y algoritmos se encargan de valorar las respuestas y de analizar todas las variables comparando las respuestas con tendencias globales en el mismo tema. Incluso, los niveles de complejidad de los sistemas computacionales ha crecido tanto, que –guardando las proporciones- es como si el computador personal fuera el psicólogo que observa a la persona mientras está contestando algún tipo de test psicotécnico.
No se trata aquí de que los sistemas de desarrollo de inteligencia artificial, o los grandes test vocacionales on-line reemplacen al psicólogo escolar, o terminen con los puestos de trabajo de muchos psicólogos en su consultorio, al contrario, se configuran como opciones válidas, que responden a necesidades actuales y futuras, y que permiten al psicólogo profesional el acceso a perfiles y a información que antes se tardaba mucho en encontrar. En realidad, facilitan el trabajo en condiciones masivas, como por ejemplo, tener que orientar vocacionalmente a un grupo de cien estudiantes cada semestre.
Toda esta automatización de los procesos de valoración psicológica en orientación vocacional, genera adicionalmente otras ventajas para el orientador escolar, quien puede “jugar con los datos” y organizar la información de los estudiantes según sus necesidades. Por ejemplo, es muy valioso poder conocer los “grupos de riesgo” por bajo rendimiento en algún área académica, u organizar sus datos según las potencialidades más grandes que cada estudiante ha desarrollado, generar grupos de trabajo donde se combinen perfectamente sujetos que –por sus habilidades- puedan ser mentores, y otros que se beneficien de dichas personas. En realidad, nunca se había visto tan claro el panorama de aprovechar la “zona de desarrollo potencial” de L. Vigotsky, en donde se organicen grupos de trabajo con criterios racionales y objetivos.
Una gran aplicación para los torrentes de información, que las pruebas de orientación vocacional en línea, nos ofrecen es asociar a los alumnos que se inclinan por cada área académica y que entre ellos empiecen a reconocer el perfil de fortalezas e intereses que los unen, es decir, generar en ellos la identificación, y poner a prueba su decisión enfrentándolos, desde el colegio, a otros perfiles que quieren lo mismo.
Hoy por hoy, el alcance es muy prometedor, y gracias a las aplicaciones tecnológicas, el orientador escolar puede acceder ahora a herramientas que faciliten su trabajo, y le abran nuevas ventanas para acercarse objetivamente a grupos de estudiantes cada vez más grandes. Los test vocacionales en línea se configuran cada vez con mayor fuerza, como la opción para hacer de los procesos de orientación vocacional, no un dolor de cabeza, sino una posibilidad de desarrollo, conocimiento, comprensión y claridad para los colegios, los estudiantes, y sus padres de familia.